Los campos de exterminio, también llamados campos de la
muerte o fábricas de la muerte, fueron un tipo de campo de concentración
construidos durante la Segunda Guerra Mundial por el régimen nazi para asesinar
a opositores, librepensadores, comunistas, judíos, masones, mestizos, gitanos,
homosexuales, Pentecostales, negros, Testigos de Jehová, discapacitados, y
enemigos de guerra.
Los nazis denominaron la "solución final"
(Endlösung en alemán) al asesinato de dos tercios de los judíos europeos, que
dio lugar al Holocausto.
A diferencia de los campos de concentración como Dachau y de
los campos de trabajo de esclavos, donde las espantosas tasas de mortalidad
eran consecuencia de la inanición y de los maltratos, los campos de exterminio
fueron diseñados específicamente para la eliminación de personas. Seis de los
siete campos de exterminio alemanes se construyeron en el actual territorio de
Polonia (Polonia ocupada) y estaban equipados con cámaras de gas y otros
medios:
Auschwitz
Belzec
Chelmno (Kulmhof)
Majdanek
Sobibor
Treblinka
De estos, Auschwitz y Chelmno se encontraban en zonas de la
Polonia occidental anexadas por Alemania y los otros cuatro en la zona del
Gobierno General.
Los nazis también establecieron un séptimo campo de
concentración en lo que es la actual Bielorrusia:
Maly Trostenets,
menos conocido que los existentes en Polonia ocupada.
El régimen croata, unido al gobierno nacional socialista,
también puso en marcha el campo de exterminio de Jasenovac.
Treblinka, Belzec y Sobibór se construyeron durante la Operación
Reinhard. Estos campos, junto con Chelmno, eran campos de exterminio puros,
construidos con el único fin de matar una gran cantidad de judíos a las pocas
horas de su llegada. No sólo judíos fueron enviados a estos campos, también
gitanos como lo narran numerosos testigos sobrevivientes de estos campos,
homosexuales y toda persona contraria al régimen nazi.
La existencia de los campos de exterminio es aceptada por la
gran mayoría de los historiadores; sin embargo, existen ciertas personas
asociadas a una corriente conocida como Negacionismo del Holocausto, a la que
sus partidarios prefieren llamar revisionismo. La negación del holocausto es
considerado delito en varios países europeos, y está penado con prisión.